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| Tema: Cómo saber qué costumbres le desagradan a Dios Miér Ago 11, 2010 5:08 pm | |
| En el pasado, Jehová Dios advirtió a los israelitas que no imitaran ciertas prácticas de las naciones vecinas. Les dijo: “No debería hallarse [...] nadie que emplee adivinación, practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio”. Y a continuación les explicó la razón: “Porque todo el que hace estas cosas es algo detestable a Jehová” (Deuteronomio 18:10-12). Así pues, antes de seguir determinada costumbre local, debemos preguntarnos: “¿Fomenta la creencia en los malos agüeros? ¿Les atribuye poderes protectores a ciertos objetos? ¿Tiene como objetivo hacer conjuros o protegerse contra ellos? ¿Supondrá someterse a un ser espiritual que no sea Jehová o su representante nombrado, Jesús?” (Romanos 14:11; Filipenses 2:9, 10). Es fundamental que no practiquemos este tipo de costumbres. Tal como dijo el apóstol Pablo, los cristianos “no pueden estar participando de ‘la mesa de Jehová’ y de la mesa de [los] demonios”. Él mismo avisó que quienes intentaran complacer a Dios y, al mismo tiempo, a los malos espíritus estarían “incitando a Jehová a celos” (1 Corintios 10:20-22). Y Dios exige y merece que lo adoremos solo a él (Éxodo 20:4, 5). Otra pregunta que conviene hacerse es si esa costumbre justifica que la persona realice determinados actos censurables. Pensemos, por ejemplo, en el adulterio y las relaciones sexuales antes del matrimonio, prácticas que muchas culturas no permiten y que la Biblia desaprueba (1 Corintios 6:9, 10). Sin embargo, en algunos lugares del Pacífico se toleran si la mujer se justifica diciendo que actuó así por haber sido víctima de un embrujo. No obstante, la Biblia enseña que cada cual es responsable de sus actos (Romanos 14:12; Gálatas 6:7). El caso de Eva, la primera mujer de la familia humana, lo ilustra a la perfección. Ella justificó su desobediencia a Dios diciendo que había sido víctima de las tretas de Satanás. “La serpiente... ella me engañó, y así es que comí”, dijo. Con todo, Dios le pidió cuentas por sus actos (Génesis 3:13, 16, 19). Lo mismo pasa en nuestro caso (Hebreos 4:13).
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